domingo, 1 de julio de 2007

Ansar no es de este planeta

La Princesa Polaca me llamó anoche sobre las cuatro de la madrugada, justo cuando yo atacaba furtivamente el frigorífico de mi chabolo, para decirme que en ese mismo instante estaba en un bareto de la Avenida Barcelona con Mich Bukanan.
Pensé entonces en cuánto daño había hecho la foto de los Ozores, que no de las Azores, y me vino a la memoria un par de conferencias en JorgePueblo (GeorgeTown para los nativos) donde Ansar hablaba y hablaba y hablaba... pero, casualmente, no se le movía el labio superior.
Supe entonces de quién era la culpa: Encarna Sánchez. Mala como un dolor de muelas, con el corazón negro como el carbón dulce de las navideñas Navidades, Encarna Sánchez, desde su tribuna de la Pope (o Cope, o Rope, o Tope, o qué sé yo) había apoyado a un joven Ansar que se presentaba a las elecciones con ganas de guerra y de montárselo en la cama de matrimonio de La Mon-cloa (¿como las ranas?, no es con r, es decir, croa).
Creo ChecheMagui es un gran tipo, algo superior al resto de los humanos y al que no le gusta que conduzcan por él, y yo lo entiendo, así, el semáforo en rojo se lo harán a él y no a otro, como a Rato, a Acebes, al siempre morenísimo y agitanado Zaplana, o a Álvarez Chascos.
Se dejó melena como los pijines de El Brillante (que no se pasa) y supo que su destino era molestar a un presidente masón y comunista en memoria de un séptimo piso, una azotea y un médico que hizo fotos al tito Paco, o incluso al Tita Paco, cuya memoria querían pisotear haciendo esa ley de la memoria histórica.
Ansar vino un buen día desde un planeta muy, muy lejano, acompañado de una mujer que se hacía llamar Botella y que era de la familia de los Iwoks, ya saben, esos peluches que salvaban a la Princesa que Leia (no puedo usar el nombre de Princesa Leia por eso del copyright). Aparcó su nave en un descampado, posiblemente la casa de campo, donde un travestí los asaltó y les dijo: Oish, maricón, vaya pintas de siesaco llevas ensima, anda que si dieses conmigo... te iba a poner el culo como un bebeero patos. Ansar no entendió muy bien y fue desvalijado por un grupo de locas que habían salido de Tacones Lejanos, película de Almodóvar (del Río).
Se presentó a las elecciones y las ganó, pero no gobernó satisfecho, algo le dolía en su corazón y es que su familia se había quedado allí, en su otro planeta, en su otro lugar: en el bareto de striptís donde nació.
Para intentar sacarse esta espinita tuvo hijos, mucho hijos y dicen que se afilió al Opus, o que era de la Falange (falangina, falangeta) y que por eso vestía de azul y mantenía cierta relación poco ortodoxa (y muy sexual) Monseñor Rouco Sifredi (chiste facilón, ¿eh?), pero al Iwok de Botella no le importaba y lo permitió.
Fue presidente dos veces e hizo buenas migas con un chimpancé y con estirado inglesito fan de las películas de Martínez Soria, fue entonces cuando dijo: estamos trabajando en ello... y no estaban trabajando, se lo estaban trabajando de modo vestial y recordó aquel encuentro con el travelo y se dio cuenta del significa de te voy a poner el culo como un bebedero de patos, porque bien que se lo hicieron y casi sin parar, día tras día, día tras día...

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