martes, 17 de abril de 2007

No me des en el tendón de Aquiles...

... que me pongo de un tonto. Iba por la calle, el viernes, cuando una señora gritó: ¡Eh, tú, gordo!, miré a mi alrededor, no había ningún gordo más en unos diez metros- justo donde estaba el gimnasio donde los gordos y gordas del barrio pretenden perder cuarenta kilos en dos meses para que no se noten las lorzas en el verano-, me sentí un poco humillado, porque un niño me señaló y me dijo: ¡Eh, gordo, es a ti!, giré la cabeza y vi que la señora en cuestión, a apenas cinco metros de mí, me señalaba: ¡Gordito, ven un momento! La señora se equivocaba, intenté explicarle que gordito era mi situación anterior, que yo ahora estaba gordo, y que cualquier tiempo pasado fue mejor, siempre mejor, al menos no me dolían las rodillas y podía corretear, las pocas veces que lo hacía, por la calle. Ahora, estoy gordo. Me dio en el talón de Aquiles. Después me pidió que la ayudase a subir unas bolsas del Covirán- pero qué gusto me da, vivir así e, carnaval..., canté para mí-. Yo la ayudé, pero le pedí que me llamase por mi nombre, es decir, Willy, como el de las pelis de Liberad a Willy y todas las secuelas que tiene, y las que dejó en más de un tipo de mi generación.
Y es que, en ese momento en el que el tendón de Aquiles es tocado- uy, vaya uso de la pasiva- por cualquier personajillo de estas calles cordobesas, no hablemos ya de las granadinas, donde las cuestas impiden el normal trayecto de la mañana, tarde y noche, porque se te suben los gemelos y las ganas de cagarte en la madre del que ideó la ciudad, y la ninguneó de esa manera, es como quitar los leones de la Alhambra y cubrir la fuente con una cúpula de cristal que ocupa medio patio. Hay que ser granaíno.
Pero, al fin y al cabo, el tendón de Aquiles no es más que una cosa que tenemos en el pie, y que si nos cortan no podremos andar. ¡Cuanta gente con tendón de Aquiles no puede andar!- uy, que cabrón-. Aquiles del mundo uníos por un mundo tan bueno como este, sólo comparable con el mundo de las ideas de Platón, o la casa de PlayBoy.

P.D: Sé que le quito la magia a todo lo anteriormente relatado, pero, lo siento, es todo producto de una imaginación más o menos opiácea. Todo, todo, y todo, es producto de una tarde escuchando discos antiguos de Georgi Dann.

4 comentarios:

Éboli dijo...

Lee a Plutarco, te encantará.

Éboli dijo...

Ahhhh, ¿sabes lo que es cuándo un niño te dice: "Señora, me dice la hora"? Me cago en la madre del niño.... que tengo 35 eneritos sólo.

Anónimo dijo...

Pelotaso de artículo BermaN!!

...ven a coviran porque con sus precios el petoSo del carnaval!!

Anónimo dijo...

PD: Quien dice petoSo dice pelotaSo...