miércoles, 9 de abril de 2008
Aquel Mandingo que inventó la medida de los jeringos...
Querido Berma, te escribo este post surcando los aires del estrecho. He contraído tantas enfermedades venereas, amén del dengue, que me soprendo a mí misma de seguir con vida. Estuve casada con el jefe de un tribu que me compró a cambio de cinco camellos, era un negro muy negro y vigoroso hasta el punto que mi vagina ya no es tal sino una oquedad maltratada por el primo hermano de Luter king. Puedo decirte que me enamoré, de un modo que desconocía, pero cuando lo vi corriendo hacia a mí para hacerme la ablación lo comprendí todo… Así que decidí volver. Tengo el corazón roto y mi endometrio llora, Berma. Echaré de menos a Mandingo, que es así como se llama mi marido africano, pues junto a él he sido feliz ya no solo clitoridianamente sino sentimental, pero mi recto se resiente pues Mandingo es como África…muy negro y muy grande. Espero que le hayas echado un ojo a mis hijos en mi ausencia subsahariana, espero por tanto que se encuentren bien. Yo vuelvo totalmente depresiva ya que en Africa no venden Prozac y sino hubiera sido por el opio que vendia aquel tuareg estaría ahora mismo atada a un burka de fuerza Tú me comprendes ¿verdad? Ahora tengo que ser fuerte y olvidar a Mandingo por muchas horas placenteras que me haya regalado en su jaima, me ha hecho mucho daño (y no solo analmente hablando) Ademas allí no saben que es Polonia, no conocen Parzuela y para colmo no me daban trato de Alteza Real. Bájate conmigo al Cairo y humillame como la mala esposa que fui pero siempre piensa que para mí es mas fácil cerrar la boca que las piernas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
wow!! que historia tan impactante!! Como todas fueron a para allá?
Publicar un comentario