martes, 24 de junio de 2008

Viajar a Burundi es fácil si sabes como

Para viajar a Burundi hay que seguir estos sencillos pasos:
1) Ponerte todas las vacunas que existan y también las experimentales.
2) Mapa de saffari aunque una vez que llegas allí el mapa no te servirá de nada y podrá ser vendido como elemento mágico con el que hacer fuego.
3) Cantimploras a gogó para beber agua. En su defecto botijos de Las Ramblas alicatados por dentro.
4) Gafas de sol Emporio ArCani para protegerte. Dentro de esto iría la ropa fresquita (bañador del Carrefour por encima de la rodilla, enseñando muslamen), gorro de fieltro (que transpire) y camiseta de tirantes con cualquer motivo proBurundi.
5) Avión.
6) Bicicleta.
7) Ordenador portátil.
Encontrar WiFi en la sabana no tiene precio...

Querida Princesa:
Se me fue la pinza y aparecí en Burundi del Condado con ganas de encontrar a Mandingo (el de la medida de los jeringos) para poder continuar así con la labor de biógrafo que una vez me enconmendaste. Espero que estés bien en España (¡coño!) y que no comas demasiados cacahuetes que luego dices que se te van a la cartucheras.
Encontré a Mandingo una tarde en su tribu. Solo he de decirte que le has dejado el corazón destrozado y sin condones de Cruz Roja, es decir, su harén burundalés está pasando más hambre que un perro chico, aquí se folla menos que en El Vaticano, con eso te lo digo todo. Pero al bueno de Mandingo le ha dado ahora por evocarte con pinturas picassianas. Así de raro, le ha dado por el cubismo burundiano y allí está, haciendo ñús cuadriculados, y pintándote mucho, sobre todo con las tetas muy pequeñas, no sé por qué. Espero que estés bien y que tu hijo negro también, que sé que lo facturaste en la maleta de vuelta.
Mandingo evoca tu recuerdo fumando mierda árabe, vamos que se pone de kiffi hasta el culo y no veas, va más morao que tinki-winki el teletubbie y esto, además, le hace escribir unas canciones de amor muy paranoicas. Me cuenta que a veces sueña que te mata y que cuando tu apareces en sueño levanta la tienda de campaña, no la de la tribu, sino de su jeringo.
Ayer me dio uno de sus poemas que, tras traducir, te pongo aquí para que veas todo lo que está sufriendo sin ti. Me compadezco de él y dejo que me llore en el hombro, aunque no es plato de gusto:
Mataré a la Princesa,
porque me pesa.
Mataré a la Polaca,
que me atraca.
Se llevó el dinero y los condones,
y de mis burundianos se ha llevado los corazones.
Mataré a la Princesa,
en Oropesa (de Mar).
Mataré a la Polaca,
con matraca.
Qué coraje y que dolor,
se llevó mi cuerno que tocaba en re menor.

Así que ya ves Polaca, ahora lo tengo encalomado a mí porque dice, literalmente, que soy la llave que puede abrirle tu paradero. Huye de donde estés que este no sabe que por mi portátil te estoy advirtiendo que va a buscarte.
Lo mismo me he metido en un follón tremendo, pero bueno.

Un beso en tu frente clitorial.
Bermauntier de Asís y todos los Santos Borbón y Cereza.

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