jueves, 17 de mayo de 2007

Muy campechano

El martes, iba por la calle con la Princesa Polaca cuando, de pronto, comenzó a correr (no es reflexivo el verbo), miré en la dirección que iba y después miré en derredor (que dada mi magnitud física es como dar la vuelta al mundo) y vi que detrás, justo a mi espalda, estaba su Majestad el Frey, sí, allí estaba, vestido de militarcillo, lleno de galones y fumando uno de esos puros habanos que le manda su amigo Fidel Castro "El Bananero". La gente lo miraba y yo, no podía ser menos, también. Al llegar a mi altura, me arrodillé como había hecho toda la gente que lo había visto a lo largo de su recorrido. Me dijo: Me llena de orgullo y satisfacción que se levante usted, así lo hice (tras avisar a grúas Cayba para que me echasen una manilla), me tendió la mano a la vez que me decía: Es que soy muy campechano y reía sonoramente, con esa risa bobalicona digna solo de alguien con la sangre muy pura, sin una mezcla, a lo real.
Fui con él a un bar muy cercano, donde se pidió un ron con cola y yo lo imité. Nos lo bebimos tranquilamente, pero a su Majestad no le gustaba mucho aquel garito y decidí gritar:Traíganle a Su Majestad dos negritas que lo abaniquen, ¡INMEDIATAMENTE! Y aparecieron, como por arte de Zimbaue, dos mulatonas de pelo en pecho que, rápidamente, y como hacen en su tribu, se pusieron a abanicar a Juanki (ustedes entenderán lo coloquial de mi relación con él).
Cuando creí que era el momento exacto, le expliqué ese problema que tenemos con un personajillo de nombre larguísimo (hacen falta tres criadas y dos hijos bastardos para escribirlo), Su Majestad (que ya un poco tocado por la bebida repetía una y otra vez que era amigo mío, muy amigo mío... incluso, creo que me tocó una nalga mientras yo me agachaba a recoger el paquete de tabaco) me dijo que no me preocupase, que gente así, más afines al de antes que a él, se dedicaban a poner en blogs tran graciosos como el nuestro, y que se reía mucho con nuestros post, especialmente con los de mi Princesa, y que él siempre firmaba como Berlín para que nadie supiese que él era, en realidad, el que hacía esos comentarios jocosos...
Apareció la Princesa, algo exhausta, y se la presenté a Su Majestad. Creo que ahora mantienen uno de esos idilios que a ellos les gusta mantener. Yo, mientras, me reúno con Zapatero en la Moncloa para explicarle que eso de los blogs debería estar subvencionado por el Gobierno y que el adulterio de mi Princesa debería ser motivo de jolgorio nacional y declarar el 14 de abril día del Adulterio.
El Frey me dio un beso en la boca, pero esto son cosas íntimas que no creo que cuente nunca, total, para qué, si nadie va a creerme, aunque... ahora que lo pienso, quizás el tomate sí.

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