lunes, 3 de septiembre de 2007

Cuando conocí a Holmes.


Hay veces que lo que pasa en el panorama nacional me da miedo. Ahora, que tengo más cabeza que una cabra asomada a un barranco, me doy cuenta de que nada en esta vida vale la pena. Si no, lean esto que les cuento, tan interesante como todo lo que se encuentran en este sensacional blog:
Corría el mil novecientos noventa y nueve, justo cuando ya tenía todos los dientes míos, pa'siempre, me sucedió un caso un poco... extraño. Conocí a Holmes, al mismísimo Holmes, pero creo que llevaba un par de rayas de más y apenas me hizo caso cuando, al bajar de mí casa cpn un ejemplar de El sabueso de los Basckerville. Me dijo, pasadete: No, yo no firmo estupideces de Watson. Me quedé pilladín, un poco y le di un guantazo.
- De los vikingos, ¿verdad?
Pues no Holmes, no, de otro, pero de ese no, que estás acarajotao'.